
Sus dudas ya no eran mayores que las mías.
Su evolución tiene que realizarla sola, aprender de sus fracasos, errores y triunfos.
Consiguió ordenar su vida, que seguramente se vuelva a desordenar en alguna tormenta que la de la vida.
Superó su duelo, aceptando su pasado.
Aprendió a valorar a su familia.
Ya no necesita un terapeuta que la acompañe, o por lo menos no lo necesita más que yo.
Mucha suerte, Estela.
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