lunes, 29 de marzo de 2010

CERRANDO FRENTES

Y me dió con las puertas en las narices.

Dios mío, ¿cómo no le voy a gustar?, pues no le gusto. No le gusto, aún doliéndome cada letra al pronunciar la frase. No le gusto, por incomprensible que parezca. No le gusto, a pesar de haber sentido lo contrario. No le gusto, aún habiendo defendido ante el mundo que el sentimiento era mútuo. No le gusto.

¿Y qué puedo hacer? Nada. Olvidarle no sé. Ayer me cerró todas las puertas, por lo que lo único que me queda es esperar. A pesar de lo patético le esperaré a que vuelva, aún a sabiendas que se volverá a marchar. Conociendo las críticas que recibiré por ello, sabiendo que en pleno siglo XXI esperar y perdonar al amado están fuera de todo pronóstico, yo sé que le esperaré, pues olvidarle no sé.

Cuando vuelva no encontrará resistencias...

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