
Pienso en él al despertar. Cada mañana. Cada mañana, lo primero que hago es mirar el teléfono, pues tal vez haya sido una noche de fiesta o de insomnio, y haya enviado un mensaje. Y cada mañana descubro la desilusión, al encontrarme la pantalla sin noticias.
Tal vez no llame por que yo le pedí que no lo hiciera, o tal vez sea por que se lo ha comido un león, o simplemente porque no quiera, o no se acuerde.
Sigo pensando que siente lo mismo que yo. Aunque no tengo esperanza en que me pretenda o venga a buscarme...
Hoy estoy triste y tal vez sea por él.
No hablo, ni siquiera pregunto por él.
- Estoy bien...
- No, no se nada... si, si, mejor, mucho mejor...
- Se acabó...
- Estoy bien...
No sabría defender lo que siento hacia él, una vez más.
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